8/11/07

Tàrio Rubio : "Que el Valle de los Caídos sea nuestro Mauthausen"

A la contraportada de La Vanguardia, del dimarts 6 de novembre de 2007, hi apareixia una entrevista de Víctor M. Amela a l'autor del llibre, editat per Cossetània Edicions, Per les presons de Franco, Tàrio Rubio.
A continuació podeu llegir l'article reproduït:

"Tengo 87 años. Nací en Les Useres (Castellón). En 1937 me alisté para combatir el fascismo, caí y fui preso de Franco hasta 1945. Vivo en Barcelona y he sido paleta, ordenanza y taxista. Soy viudo, con una hija, tres nietas y siete biznietos. Soy republicano progresista. Soy ateo.

Fue usted preso de Franco...
Me fui a la guerra en octubre de F 1937. Tenía 17 años. A los pocos meses caí preso. Pasé por cuatro campos de concentración y cinco cárceles, hasta 1945.
Eso suman...
Ocho años, de los 18 a los 25 años. ¡Dejé mi juventud entera en las cárceles de Franco!
¿Qué fue lo peor?
A los tres días de entrar en combate, en La Puebla de Valverde (Teruel), una bala mató a mi amigo Quimet. Habíamos ido juntos a la escuela, nos habíamos alistado juntos… Cayó a mi lado, como un trapo. Murió diciendo un "¡ay!" que aún estoy oyéndolo...
¿Tuvo la muerte cerca otras veces?
Nos detuvieron unos legionarios, nos tumbaron en el suelo y fusilaron a nuestro comisario allí mismo. Me vi muerto.
Pero empezaba su vida de preso, ¿no?
Con las mismas botas durante ocho años. Y con esta cuchara, que era media vida.
¿Pasó mucha hambre?
Ya la pasé siendo soldado: un día tuvimos que hincharnos de algarrobas, y otro matamos unas cabras y nos las comimos medio crudas.
¿Y en las cárceles?
Era tan escasa la comida que el intestino dejaba de trabajar y, a los tres días sin defecar, se te compactaba una bola dura de heces en el recto. Tenías que meterte el dedo por el ano e ir arañando para sacar las heces... Los que no lo hacían morían de infección intestinal.
Comida aparte, ¿cómo le trataron?
"Rojo de mierda", "hijo de puta", golpes, palizas y miedo. En el campo de Aranda de Duero, donde estábamos los menores, un día vinieron capellanes con sotana y pistolón al cinto, a confesarnos. En realidad, a sonsacarnos.
¿Qué querían saber?
Uno a uno, nos preguntaban: "¿Qué has hecho para estar aquí?". Y al día siguiente de la confesión, sacaron a algunos presos al cementerio y los fusilaron, ¡qué casualidad...!
Nada edificante, desde luego…
Culpo a la Iglesia española de bendecir 300.000 fusilamientos… ¡Y la Conferencia Episcopal Española se niega a pedir perdón! Metían el crucifijo en los morros de los condenados, en vez de impedir que los matasen.
Quizá se vengaban de los muchos curas asesinados en la retaguardia republicana...
Eso lo hicieron incontrolados salvajes cuyas atrocidades dañaron muchísimo a la República. Pero la Generalitat de Companys, entre tanto, salvaba la vida de muchos religiosos, burgueses y gente de derechas. ¡Luego Franco no tuvo esa misma piedad con Companys!
¿Qué le pasó al finalizar la contienda?
Más campos y cárcel, y el batallón disciplinario de soldados trabajadores penados, en 1942: trabajé en el Valle de los Caídos.
Se habla mucho de ese lugar ahora...
Ya sólo quedamos dos personas vivas y activas (Nicolás Sánchez-Albornoz y yo) de las 20.000 que trabajamos allí, penadas…
¿Qué trabajo le obligaron a hacer?
La carretera de acceso. A pico y pala, tenías que llenar una vagoneta y vaciarla. Si no cumplías, no te daban comida. Pasábamos tanta hambre que un día nos comimos un burro…
¡Un burro! ¿Cómo fue eso?
El burro andaba suelto por allí, flaco. Un compañero le clavó un pico en la cabeza, y con una navajita le cortó un buen pedazo de carne, lo asó en un fogón y se lo zampó. Todos nos quedamos pasmados…, pero en seguida le imitamos. ¡Quedó el esqueleto del burro!
Pura miseria y pura esclavitud.
La coartada es que a los penados nos empleaba la constructora Banús (un catalán franquista), a 50 céntimos por día. Una vergüenza. Nadie sabe cuánta gente murió allí...
¿Qué haría con el Valle de los Caídos?
Despojarlo de esculturas religiosas. Dejar los símbolos franquistas, pero explicando cómo se construyó todo eso, como nuestro Mauthausen. Y sacar a Franco y José Antonio, que sus familias los entierren donde quieran.
En 1945, cuando quedó libre, ¿qué hizo?
Volví al pueblo, con mis padres. Sisaba panes a mi madre para los maquis del Maestrazgo...
¡Se la jugaba usted…!
Sí. Cuatro guardias civiles me sacaron de casa una madrugada: mientras me pegaban, me pedían nombres. No los di, y me sometieron a un simulacro de fusilamiento. Creí morir. Me soltaron, y decidí que no podía seguir allí: con dolor, dejé a mis padres y hui a Barcelona.
¿Cómo fue su vida bajo el franquismo?
Fui paleta, barbero, ordenanza, repartidor, profesor de autoescuela, taxista… Hice amistad con el jefe de personal de Seat: cuando iba a contratarme, ya en los años sesenta, vio mis antecedentes penales… ¡y me rechazó!
Tuvo que ser duro…
Y luego, muerto ya Franco, con el poder que acumuló Felipe González, pudo habernos restituido y compensado..., pero nos traicionó.
Y a Zapatero ¿qué le diría?
Que hoy los fascistas están cobrando, y nosotros no. No se ha honrado a tantos y tantos que nos jugamos la piel contra Franco.
Pero la ley de memoria histórica...
Descafeinada.
Si hoy se cruzase por la calle con alguno de sus viejos maltratadores, ¿qué haría?
Cambiaría de acera, para evitar tener que partirle la cara a ese sinvergüenza y que me encerrasen otra vez...
Tanto sufrimiento... ¿merecía la pena?
¡Yo volvería a defender aquella Constitución republicana!"

"La cuchara
Quiso defender la República frente a unos sublevados y se alistó voluntario. Hoy Tàrio Rubio me muestra la cuchara que le entregaron al ir a la guerra, de lo que hace ahora 70 años. De un tiro le hizo un agujero en el mango para poder colgársela del cinturón, y ella le ayudó a sobrevivir durante ocho años... Su casa acumula libros, documentos y carteles relativos a la República, la guerra y la lucha antifranquista. Publica Per les presons de Franco (Cossetània), sus memorias como preso, un vértigo de calamidades y miserias inclementes. Quedan ya muy pocos como Tàrio Rubio ("¡la democracia no ha sido justa con nosotros!"), y veo que cargan todavía con un largo dolor, una honda decepción."

Article de Víctor M. Amela publicat a La Vanguardia, el dimarts 6 de novembre de 2007.